domingo, 2 de octubre de 2011

UN BREVE RECUERDO.

En un momento de reflexión, de esos que hoy me abundan, me puse también a recordar los tiempos idos, mi infancia ;  Plagada  de hermosos momentos, anécdotas é historias compartidas  y cuando hago este ejercicio comparo aquellos años  con los de los niños de hoy.

De niña tuve el privilegio de ser y vivir en  provincia  ,  pasar vacaciones de Invierno, fiestas patrias, feriados y todas las fiestas de año nuevo en Valparaíso, donde siendo la familia de mi madre de raíces italianas, la hace grande, divertida , habladores, divergentes  y muy entretenidos.  Los primos que no eran mis primos, sino que mis tíos, los tíos que no eran los tíos, sino que eran los  primos y esos típicos  enredos de familia de inmigrantes y de “emigrantes”, que muchas veces al achunte era quién,  es el hijo de quién o cuál.
Con mis primos que en realidad son mis tíos, pasé  el  mayor de mis tiempos jugando todo el día, tirándonos de un  carretón cerro abajo y   que no era uno cualquiera, tenía ruedas de acero  y era un lujo , a los pies del paseo 21 de Mayo en la Avenida Taqueadero, sin siquiera imaginarnos el peligro al que estábamos expuestos del de poder encontrarnos con algún vehículo que viniera subiendo;  de compras con mi tía, y con el dinero de la micro nos comprábamos cigarrillos Monza o Nevada y nos fumábamos la cajetilla entera en el trayecto de ida y vuelta, con más de alguna indigestión en el camino..teníamos  12, 13 años.., por eso jamás me asombro cuando alguien me cuenta que encontró un cigarro en el bolsillo de alguno de sus hijos…excepto en el de los míos..la sacá de cresta es inmediata  , porque eso sí, mi princesita amada y  ni  mi niñito no, no   son de ésos……
Apenas salía su mamá nos hacíamos malta;  con huevo, con harina tostada  o leche condensada,  ó en mi casa  con mis hermanos  nos servíamos aperitivos de vino añejo en la hora que teníamos para almorzar y  volver nuevamente al colegio…más de alguna vez no pudimos ir a la jornada de la tarde o en Valparaíso no salimos a jugar porque estábamos raja pasando la mona..Yo no sé si las mamás no nos cuidaban, no les importábamos o simplemente nos dejaban ser.
Los veranos en Loncura, esas vacaciones interminables con la familia paterna, extravagantes yo diría todos, dicharacheros, amistosos, alegres..con mis  queridos primos chicos y primos grandes, con diferencias también y mis amigos de toda una vida.
El capitán del barco, mi hermano, en un bote tipo zodiac  de una familia amiga donde la gracia era que nos agarrara la ola y nos volcara…, como 15 a 20  niños y niñas, sin importar  si  alguna de nosotras salía con la pechuga  al aire ó alguno de ellos con su pompi descubierto,   lo importante era no ahogarnos.                                                                                                                                             
 En las noches , la fogata, unas  tres veces la lavada de dientes para ir a jugar al H B, la botellita ó el ataque;  éste último me costó como 2 noches aprenderlo..los hombres contaban ,me imagino hasta 10, las niñas corríamos, nos pillaban y con ese había que besarse…varias, yo diría que todas tenían  a la hora de ese juego  la grave  enfermedad del vértigo,  que las hacía perder el equilibrio cuando ni siquiera se terminaba de contar..yo no…yo corría y corría y corría…cuando volvía todos ya estaban en parejas, porque eso era,  y se quedaban besuqueándo toda la noche…la cuestión era que todas las noches , todas las noches liberábamos hormonas..                                                                                Estos relatos serían eternos,  pero no eran  el fin primero cuando comencé a escribir.
                                                                                                                                                                               Por eso cuando  escucho críticas a los niños de ahora me da rabia…Nosotros hacíamos las mismas cosas que hacen ellos…también éramos imprudentes, arriesgados, rebeldes, atrevidos, impetuosos  y calientes…sí claro, era justo y necesario darse besos..el  ponceo es algo parecido;  jugar a esos juegos  que hacen los niños,  el de la cultura chupística  , es lo mismo que tomarse a escondidas los restos de alcohol.
Desafiábamos a la autoridad.. En los tiempos del carretón nos tirábamos desde la puerta de  un cuartel de los Marinos, donde uno no podía acercarse, nos miraban feo..pero igual  de ahí nos lanzábamos; tampoco podíamos apreciar el espectáculo pirotécnico desde el mirador, que era  en la calle, porque ellos hacían guardia de día y noche, pero como niños éramos porfiados y no faltaba el adulto que tenía que presentarse ante el oficial de turno.
  En Loncura para ir a Quintero, teníamos que atravesar una base aérea, en la que no  podíamos detenernos ni pasar después de las 22.00  horas porque estaba  prohibido…obvio que de día  nos deteníamos a mirar  a los pelícanos, que era un hermoso espectáculo, y de noche pasábamos  al  límite de la hora…Tenía esa cosa de querer tener miedo, de sentir cómo acomodaban los oficiales  sus bayonetas y nosotros salir, más que con los cachetes apretados corriendo, gritando, riéndonos…¡¡era lo mejor!!
Por eso que cuando alguien dice que andan cabros chicos también marchando, pendejos de 13 ó 14 años  que desafían a la autoridad,   tampoco me admiro.                                                                   
  El cuento es que el mundo ha cambiado;  la globalización, el calentamiento global, el individualismo  y todo lo que nosotros les hemos dejado ..     
                                                                                                                                                                          Ellos,  mis hijos, los de ustedes ó sus nietos tienen más información , los medios de comunicación y las redes sociales que  lamentablemente hoy  les pertenecen… …y  la movilización estudiantil.
Seguramente y no me cabe duda que ésta  será su gran  historia.                         Yiyi Uribe

No hay comentarios:

Publicar un comentario